EN ESPAÑA, EL MIEDO NO PASA HAMBRE…
Imagen: EFE/ La Voz de Galicia Comparto el dolor profundo de las víctimas de la alta velocidad: su pena y congoja es irreparable. Evitable y exigible, sin embargo, dejar de traficar con ellas, venderlas como mercancía fresca de verano. Otra vez, aquí, los fantasmas que tan cómodos se sienten entre nosotros…