Doce años de misión, más del doble para recaudar fondos y pensar en una aventura extraordinaria: posarnos en un cometa y llegar, incluso, a “oler” la atmósfera que lo rodea. La Agencia Espacial Europea (ESA), preparó un vehículo orbital y una sonda o aterrizador para atracar en el núcleo de un cuerpo celeste sospechoso de sembrar los ingredientes que abrieron el camino de la vida en la Tierra. También pudieron acabar con ella en más de una ocasión. Rosetta y Philae, tal vez, han llevado nuestros ojos hasta el principio mismo de la formación del Sistema Solar. Ahora toca reescribir la historia. Igual no fue tan violenta como creíamos.
El pequeño Philae -unos 100 kg de peso en Tierra y sólo 1g en el cometa, aterrizador de 67P/Churyumov-Gerasimenko, el cometa-destino final de la misión ha dejado a la comunidad científica boquiabierta en más de una ocasión. El hallazgo de oxígeno molecular en la nube de gas que lo rodea -nadie pensaba que podría encontrarse allí- obliga a replantearse cómo se formó el Sistema Solar. Ahora sabemos que el gas presenta una concentración constante, es decir, está presente en todo el cuerpo, no sólo en la superficie que va desprendiendo material a medida que se acerca al Sol. Algunos investigadores sugieren que ese oxígeno podría haberse congelado muy rápidamente y quedar así atrapado en pedazos de material durante las primeras etapas de la formación del Sistema Solar. Claro que tampoco sabemos, de momento, cómo llegó hasta el cometa. Si la génesis del Sistema Solar fue cómo creemos, un proceso violento que calentó el oxígeno congelado ¿Sobrevivió gran parte de 67P/CG a la formación del Sistema Solar?
Rosetta y Philae, han encontrado firmas biológicas que la Ciencia seguirá descifrando. Los compuestos orgánicos identificados – alguno de ellos nunca antes había sido detectado en cometas- suponen para los expertos una especie de caldo primigenio congelado. Se ha sugerido, incluso, que si lo calentáramos de alguna manera y lo pusiéramos en un ambiente adecuado, eventualmente, podría dar vida Rosetta sirve para demostrar que esos cuerpos planetarios son lugar adecuado para la síntesis de moléculas orgánicas complejas y que pudieron ser portadoras de las mismas al planeta Tierra A Ricardo Amils, microbiólogo, le preguntamos en qué ayudará Rosetta a la teoría de la panspermia Demuestra el funcionamiento de la panspermia molecular (la referida a la síntesis y viaje de moléculas prebióticas que es la más sencilla) sobre la panspermia vital (que la vida viaje) se requeriría demostrar que la vida se originó en estos sistemas para después preñar el Universo. Amils valora la misión como exitosa con importantes resultados para la Astrobiología.
67P/Churyumov-Gerasimenko pertenece a la familia de Júpiter. La filiación se debe a que estos cuerpos celestes están bajo el influjo gravitatorio del Planeta Gigante. Tienen periodos orbitales cortos, por debajo de los 20 años. Las inclinaciones de sus órbitas son bajas -el plano orbital de los cometas está cercano a la elíptica- Su origen está en el Cinturón de Kuiper, una zona toroidal situada más allá de la órbita de Neptuno, entre 30 y 100UA (La Unidad Astronómica equivale, aproximadamente a 150 millones de kilómetros), con una alta densidad de cuerpos helados. Debido a perturbaciones gravitatorias de los planetas gigantes (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno) los cometas del Cinturón de Kuiper pueden “caer” al sistema solar interior. 67P/CG, puede aportar información sobre la hipótesis de los astrofísicos Daniel Whitmire y John Matese que vincula las extinciones masivas de la Tierra con el Planeta X. Su teoría es que a medida que el supuesto y esquivo Planeta X pasa a través de Cinturón de Kuiper, cada 27 millones de años, golpea los cometas allí alojados, desencadenando “lluvias” de cometas periódicas que podrían coincidir, según los dos investigadores, con las extinciones terminales de nuestro mundo.
¡Hasta pronto, Rosetta!