El actual Ministro de Justicia se fue de la Alcaldía de Madrid sin conseguir la candidatura olímpica. No dejó de insistir o escatimar dinero público en la odisea; se lo gastó con júbilo. Ruiz Gallardón exhibió siempre su ardiente deseo de conseguir poder, dignidades, riquezas o famas. En su particular medallero está un oro que resultó ser plomo: el Madrid Arena.
La trampa del aprendiz de alquimista funcionó durante muchos años. El inquieto y suspicaz político convirtió en “metal” precioso casi todo lo que tocó. Ahora, con cinco jóvenes aplastadas, queda el truco, que no el trato, al descubierto.
Sin embargo, a Ruíz Gallardón, apenas se le asocia con el último día de difuntos. Su heredera, en unas horas, perdió la dudosa respetabilidad que Alberto Ruíz Gallardón había construido con la complicidad del circo mediático.
Madrid Arena, en condiciones extremas, colapsó. Fuentes expertas hablan de irregularidades permanentes, de fortunas muy negras, de corrupción, de “amigos”, de botellones. El plomo no resiste a la corrosión.
Ayer, en la página oficial de Madrid Arena. Se cumplía un mes de la tragedia y era día de luto oficial por la quinta víctima…
«Aquí sucede lo que en ningún otro lugar»
«Las cosas ocurren en un sitio si y en otro no»
«Quien quiera un espacio para crear, que entre […] quien sueñe con soñar, que pase»
¿Ironía mordaz y cruel?, ¿burla sangrante?
