El presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), dice ahora que la situación del principal organismo de I+D español “es un cataclismo”. Utilizado un lenguaje impropio de personas cultas y educadas, asegura que “al CSIC se le acaba la gasolina”. No es menos cierto que el Rey llama “taller” al quirófano. A Emilio Lora-Tamayo, no le cuadran las cuentas de 2013. Hace menos de ocho meses – casi un año después de ser nombrado, por segunda vez, máximo responsable del centro que representa el 19% de la producción científica española- tenía un plan de ahorro, ¿recorte? Fue y lo contó. Tal vez, con aquella comparecencia pública, obtuvo los réditos políticos que buscaba sin percatarse de que los beneficios eran pasajeros.
Después de “confiscar” los ahorros de sus investigadores, sigue en números rojos: le faltan unos 25 millones de euros. (ver Laboratorio para Sapiens) El CSIC, por semejante cantidad, amenaza ruina. Con él, con la Investigación y el Desarrollo, todos moriremos de risa; eso si es que ya no somos difuntos ( en recuerdo al sabio Neil Postman)
A Emilio-Lora-Tamayo, le han respondido un centenar de directores de centros del CSIC. Aunque la destinataria de la seria advertencia es Carmen Vela, Secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, el “recado” es, también, para el presidente del Centro Superior de Investigaciones Científicas.
En esto de las misivas “prohibidas”, producto de la represión y dictadura que se ejerce sobre los investigadores del CSIC – no pueden hablar con los medios de comunicación sin autorización previa- Emilio Lora-Tamayo, es un veterano. El manifiesto de 422 científicos españoles sobre el Prestige, publicado por SCIENCE, en enero de 2003, debe recordarlo el dos veces presidente como prueba de que el silencio no se impone. La libertad de expresión, tampoco. Con la ciencia pública no se disfraza y oscurece la verdad , le recordaron los firmantes : “ vagas manifestaciones públicas que están dañando seria e injustamente la imagen de las ciencias marinas y atmosféricas españolas” . Lora Tamayo saltó de puesto con la catástrofe del petrolero monocasco. Desde la vicepresidencia del CSIC, se encargó de dirigir una campaña mediática que resultó juego sucio. Investigadores españoles aclararon, en la revista SCIENCE : “Durante 30 días, los gobiernos español y gallego han mantenido que, desde el 13 de noviembre, cuando comenzaron los problemas en el petrolero Prestige, cada decisión adoptada a lo largo de esta crisis, incluyendo la resolución clave de transportar el barco hacia mar adentro, fue guiada por el consejo técnico de expertos españoles. En nuestra opinión, la recurrencia de tal afirmación y la indiscriminada generalización implícita en la misma representan una grave amenaza a la credibilidad del conjunto de la comunidad española de las Ciencias de la Tierra. Más aún, esta crisis revela una seria deficiencia en el funcionamiento del sistema nacional de investigación”
Mariano Rajoy – en 2002, vicepresidente primero del Gobierno, enviado del Ejecutivo a Galicia por deseo de José María Aznar – había afirmado en el Congreso de los Diputados que la decisión clave de alejar al barco se tomó siguiendo las opiniones de 17 técnicos. Nunca conocimos los nombres. Nunca supimos cómo tanto técnico erró en algo tan simple como el rumbo. Menos aún, si la información que leyó Rajoy salió del gabinete de crisis del CSIC. Sí constatamos que el aparato de propaganda -que no de información- capitaneado por Lora -Tamayo estrelló la imagen de nuestra Ciencia: “uso poco eficaz de las instituciones científicas, recursos y conocimiento”, firmaban los 422 científicos. Carlos Elías, en un audaz y bien documentado artículo de investigación sobre el hundimiento del petrolero , prueba la falta de libertad de expresión que tienen los investigadores en España: “El gobierno ha trabajado más para defenderse su política que para solucionar la crisis, sostiene uno de los firmantes de la carta, el ecólogo marino Antonio Bode del Instituto Español de Oceanografía en A Coruña. Según Bode, los científicos estatales, incluidos los que pertenecen a su instituto, recibieron un correo electrónico general, con fecha 15 de diciembre, en el que se les dijo que no podían hablar con la prensa sobre el Prestige. Él y muchos otros han desafiado esa orden con esta carta a Science”
El presidente del CSIC, Rolf Tarrach, catedrático de Física de la Universidad Autónoma de Barcelona, dimitió dos meses después del nombramiento de Lora -Tamayo como presidente del Comité Científico del Prestige. El vicepresidente ocupó su lugar e inició su primer mandato ( 2003-2004). Volvió en 2012 a un Consejo en fase menguante, económicamente hablando. El presupuesto para el año actual, es de 602 millones de euros. Le faltan unos 25. La televisión pública en España dispone de mas dinero que la Investigación y el Desarrollo del CSIC. La serie “Aguila Roja”, por ejemplo, emplea mas recursos económicos que el Instituto Geológico y Minero y, es muy probable,que la locura de Masterchef equivalga, en euros, a la mitad de los proyectos de investigación del Instituto Español de Oceanografía (IEO). En cualquier caso, aunque los presupuestos sean iguales o parecidos, la estimación, valor, potencia o eficacia son bien diferentes. El Tribunal de Cuentas Europeo confirmó, hace unos días, que un kilómetro de carretera en España cuesta cuatro veces mas que en Alemania. El Prestige se llevó miles de millones de euros públicos. La “corrupción intelectual” de los políticos no ha sido investigada. Las comisiones en todos estos casos a intermediarios, menos. Los grandes conglomerados de información siguen mas interesados en los retornos publicitarios y las cuotas de poder que en contar lo que está pasando. Recuerdo que la dirección del CSIC, durante la crisis del Prestige, ocultó propuestas de solución al sellado de las grietas formuladas por investigadores de su propia casa. Las fórmulas eran sencillas, inteligentes y económicas. Sin discusión alguna, se optó por encargar a REPSOL las millonarias operaciones. El grueso de las primeras imágenes de «los hilillos» siguen guardadas en la caja fuerte del CSIC. Jamás supo el gabinete de crisis que existe una copia.
Con Postman: “ Desaparecido o fragmentado el contexto, la contradicción desaparece”