El Artículo 20 de la Constitución trata la Libertad Informativa, que nunca fue desarrollado totalmente. Pasaron muchas legislaturas sin que se atrevieran a “meterle mano” ya que genera conflictos entre la Libertad de Información, la Libertad de Empresa y la Libertad de Opinión y de Distribución.
Según la Constitución, los periodistas son «agentes sociales» encargados de defender la veracidad informativa en la sociedad. A la Empresa Informativa se le obliga a una singularidad: “no debe imperar el beneficio sobre su función social”. Para ello, el periodista debería convertirse en el representante social ante la empresa, y estar en posesión de ciertas garantías profesionales por que las empresas se hallan insertas en el contexto productivo capitalista. Como afirma Tunstall: «Desde nuestro punto de vista, la organización periodística persigue al mismo tiempo varios tipos de objetivos que son: 1) Incrementar la audiencia -lectores, espectadores-; 2) conseguir influencia social; y 3) conseguir publicidad para obtener el beneficio, dándose que en la comunicación se interrelacionan distintas esferas: la información propiamente dicha, la publicidad y la propaganda, el entretenimiento, el beneficio, de los que son dominantes la influencia social que genera el beneficio.
Para equilibrar lo anterior existía, la FAPE, muy políticamente condicionada y en la que sus asociados se convirtieron en ONGs sin capacidad legal para defender la actividad periodística.
El primer escollo es la ley de Colegios Profesionales ya que para nosotros es imposible pues no podemos cumplir la norma legal que impone el reconocimiento de titulación oficial para poder acceder a algunas actividades periodísticas. Actualmente es la empresa la que controla el mercado del trabajo y decide quien es o no es periodista, y se olvida que en la Constitución se afirma que la información forma parte de las garantías ciudadanas a través de los periodistas, que se les reconoce como agentes sociales sin control alguno sobre la ética periodística. Todo queda en manos de la empresa que solo busca el beneficio, a cualquier costa, llegando incluso a la falta de veracidad de los acontecimientos.
El pacto entre capitalistas ultraliberales y algunas empresas informativas permiten convertir a los “periodistas” en voceros de sus intereses. El periodismo se convierte en la industria de la conducta.
Parafraseando Pérez Galdós: “Tenemos ya en la masa de la sangre un sindicalismo y socialismo, (en este caso un periodismo) atenuado e inofensivo”, propiciado por los intereses de las industrias.
Los sindicalistas debemos iniciar un proceso regeneracionista creando nuevas estructuras informativas y rescatar la capacidad informativa/reivindicativa para poder defender los interese reales de los trabajadores, y evitar que caigamos en el descrédito en que caen algunos partidos. Debemos montar estructuras capaces de orientar, denunciar y marcar los limites de la profesión periodística, definiendo el acto periodístico
Esperamos que el sindicalismo sea la correa de transmisión hacia los partidos políticos y hacia la deontología periodística para conseguir que se cumpla la sentencia de Azaña: “Felizmente en política, palabra y acción son la misma cosa” y eso solo se conseguirá cuando en los sindicatos puedan transmitir los ideales del sindicalismo para que puedan trasladarse informativamente a la sociedad las promesas de los políticos y empresas para crear una acción social que defienda el bien común.
Actualmente nos encontramos con dos tipos de empresas periodísticas: una que solo se preocupan en crear una interesada tensión social, y otras que solo quieren obtener beneficio a costa de lo que sea, e ignoran los límites de la interpretación periodística. Marmontel afirmaba: “en el trato de la vida la verdad es como una moneda que a nadie le es permitido alterar. La naturaleza ha querido que la palabra sea la imagen del pensamiento, y en el orden social se une con ella la idea de la sinceridad. El que imprime el símbolo de la verdad a la mentira es un falsificador que abusa de la fe pública, y bajo este concepto general el embustero es un hombre infame”. ¿Cuantos periódicos y periodistas podrían ser calificados de infames?
Es necesario crear organizaciones sindicales que defiendan el autentico periodismo capaces de defender los principios éticos de la profesión y tengan capacidad de perseguir y denunciar, como lo hacen algunos colegios profesionales las manipulaciones, actuando de oficio ante juzgados y comisiones parlamentarias
Con la desorganización e incapacidad de defensa de los periodistas ante las empresas, la incapacidad sindical para organizarse como Colegio defensor la actividad periodística está pasando por una profunda crisis en la que domina la búsqueda el beneficio por parte de los mercaderes de la distribución en perjuicio de los intereses sociales de los lectores. ¿Por qué será verdad la afirmación: “los que temen a los periodistas se parecen a los ladrones que se precaven de la luz”?
Los Sindicatos de periodistas no acaban de configurarse como fuerza representativa, los Colegios de Periodismo son alégales y sin capacidad de actuación. Todo está planificado para que los periodistas no puedan ser agentes sociales.
Es necesario legislar la actividad informativa y definir los límites entre la Libertad de Información y la Libertad de la Empresa Informativa.
Posibilitemos que los periodistas sean los ilustradores de la sociedad, que denuncien a los “parásitos sociales” y esparzan el grito de alarma que permita a los ciudadanos ponerse en guardia.
Ventín Pereira fue mi profesor. No sabe cuántas veces me he acordado de él. Creo que ha sido el mejor teórico de la comunicación con el que me he topado en Ciencias de la Información. Sus teorías, producto de su propia investigación, suponen una auténtica aportación a la profesión periodística actual. No contienen divagaciones y es por ello que otros autores se las hacen suyas.
Habría que animar a Ventín Pereira a una revisión completa de la profesión periodística, no exenta de una crítica profunda del actual panorama “periodístico” . Entiendo que sería perseguido por el ejército de inútiles que le rodean.