Once de marzo de 2011. Once de marzo de 1923. Entre uno y otro, además de muchos años, hay una profundidad grande, imponente y peligrosa: el abismo de la ignorancia.
En el 23 del pasado siglo, Albert Einstein visitó España. Este país, aunque bajo la dictadura de Primo de Rivera, apuntaba maneras y miraba, de frente, al progreso. Los socialistas de entonces, ayudados por sus compañeros de UGT, estaban empeñados en sacar del analfabetismo a los trabajadores. La compra masiva de libros y apertura de bibliotecas, cerca de los tajos, contribuyó a formar y educar, ¡qué tiempos!
Einstein visitó Barcelona, Madrid y Zaragoza. Fueron pocos días, del 22 de febrero al 13 de marzo. Era imposible seguir las lecciones magistrales, dictadas en francés, sin “una seria preparación matemática, por lo menos la que tienen los ingenieros”, reconocía el propio Einstein. “Hay dos clases de libros sobre la relatividad: los que tratan seriamente este problema- y estos libros resultan terra incognita para lo que los franceses llaman le gran public– y los que pretenden vulgarizar mi teoría y hacerla comprensible para todos. Estos segundos pueden ser interesantes, sensacionales, atractivos, poéticos, todo lo que se quiera…pero no contienen mis teorías” (Abc,4-03-1923:3)
Carlos Elías, en un trabajo titulado “La cobertura mediática de la visita de Eintein a España como modelo de excelencia periodística. Análisis de contenido y de su posible influencia en la Física española” analiza la respuesta de los diarios ante semejante conflicto de intereses. Merece la pena leer los artículos del momento. El lenguaje matemático ocupó, en los periódicos, su lugar de forma natural, sin ser esquivado o censurado. La prensa hizo un gran esfuerzo por estar a la altura de las circunstancias, por comprender y trasmitir el conocimiento. Albert Einstein se convirtió en Alberto para una gran mayoría de españoles.
Hace un mes, la crisis de Japón -dos naturales y una inducida- recibió un tratamiento informativo bien diferente. El gran público se convirtió en rehén de los medios. Decidieron vender miedo y basura, en este caso nuclear. Del terremoto, tsunami y accidente nuclear había mucho que aprender. Una oportunidad perdida, arrastrada por la gran ola del comercio de la vulgaridad.
Mientras, anécdotas, domésticas y baratas, ocupan minutos, páginas y horas de información. No interesa promocionar la Ciencia. El déficit democrático crece.
Estanislao Figueras tenía mucha razón. Para una de sus frases no pasa el tiempo:
«Senyors, ja no aguanto més. Vaig a ser-los franc: estic fins als collons de tots nosaltres!»
¡Entiendo tu indignación! Todos los días me encuentro de narices con esta carencia democrática de la que hablas, ¡No te desanimes y continúa en tu empeño! No estás sola.
Isabel F.